Durante estas fiestas patrias, se despierta en todos nosotros un sentimiento de orgullo y sentido de identidad. Como todas las fechas simbólicas, nos brinda a los mexicanos un punto de unión y solidaridad, a pesar de nuestras diferencias. Sin embargo, lo más importante no es la fecha en sí misma, sino su significado profundo: México como un país libre y soberano, es decir, un territorio en el que sus habitantes son capaces de decidir por sí mismos su rumbo político y económico.
Esto es un proceso que no se consigue de un día para otro. La guerra de Independencia duró desde 1810 hasta 1821, y posteriormente en 1910 el pueblo se levantaría en armas para luchar por justicia social y libertad. Desde entonces nuestro país no ha estado exento de problemas, pero nos hemos mantenido unidos como país a través de la vía democrática.
Además, vale la pena destacar que la Independencia en un sentido amplio no se refiere solamente a la esfera política, sino también a todos aquellos elementos que permitan al país una mayor capacidad de decisión en el escenario internacional. Entre éstos podemos mencionar la soberanía alimentaria y la independencia tecnológica.
Es evidente que en el mundo actual todos los países se encuentran interconectados por relaciones económicas e industriales, y en la práctica sería imposible y contraproducente cerrarnos a la cooperación internacional. Pero también es verdad que apoyar nuestro campo, enfocar los proyectos y políticas públicas en industrias estratégicas para el desarrollo del país, y fortalecer el ecosistema de Ciencia, Tecnología e Innovación (CTI), nos permitiría competir en mejores condiciones y tener un mayor margen de maniobra en los negocios internacionales, así como un mayor ritmo de crecimiento interno.
El caso de la industria automotriz es muy claro: tenemos el expertise, las herramientas, la materia prima y el personal altamente calificado para armar vehículos que se exportan y cumplen con los requerimientos más estrictos de calidad a nivel global, pero mientras la tecnología y las patentes sigan siendo fundamentalmente extranjeras, será muy complicado para nuestro país establecer sus propias marcas nacionales.
El desarrollo de tecnología nacional es un proceso insustituible en la consolidación de una verdadera soberanía nacional, ya que permite la creación de productos y herramientas específicas de acuerdo con los requerimientos de nuestro país, alcanzar una mejor posición comercial a nivel global, así como mayor libertad y posibilidades de desarrollo socioeconómico.
Como en el caso del sector automotriz, también en agroindustria, energías renovables, minería y otras industrias, las condiciones están dadas para convertirnos en líder global, pero debemos aprovechar nuestro capital humano, acelerar el desarrollo de cadenas productivas y la generación de valor agregado. Es momento de reflexionar que la independencia no es una fecha, sino que se construye día con día entre todos los mexicanos.
*Vicepresidente Nacional de Innovación – Canacintra