/ lunes 9 de septiembre de 2024

La historia se repite

El Poder existe desde que la humanidad es tal. Es más, se dan los juegos de poder inclusive en el reino animal, cualquiera que sea la especie, pues como de todos es sabido, existen las abejas reina y los machos alfa en gorilas, hay un líder en los delfines y hasta las aves migratorias a veces tienen un guía muy experimentado.

En el México actual estamos viviendo una aventura muy particular pues, no sabemos todavía a ciencia cierta si para bien o para mal, se están gestando cambios radicales y trascendentes en el acontercer político, económico, social y en casi todos los ámbitos, transformaciones que algún día los historiadores del futuro van a reseñar con más claridad, ecuanimidad y distancia, realizando un análisis más objetivo de lo que nosotros ahora valoramos, pues al vivirlo en carne propia, podemos perder esa imparcialidad que debe caracterizar al razonamiento despojado de tendenciosas malignidades.

Esto viene a colación ya que en la vida pública nacional observamos personajes y situaciones muy raras: los políticos bien encumbrados en el actual estado de cosas, actuando como si fuesen los discípulos más fieles, leales y disciplinados del maestro en turno, repitiendo simplemente, de memoria y casi a la letra, lo que piensa el jefe, adoptando poses y hasta tonos vocales casi idénticos al que se sigue, otros pareciera que, teniendo el don de la adivinación, implementan programas públicos y toman decisiones que afectan a las colectividades, como si fuesen simplemnte el apéndice decisor de voluntades prominentes. Los hay que, desgarrándose las vestiduras y llorando en público, de manera penosa, ridícula e infantil dan el último adiós a las superioridades que se retiran, otros, que, desdiciéndose de lo que algún día dijeron y defendieron, dan un giro de ciento ochenta grados y niegan su existencia propia y miserable y sus saberes al mejor postor en aras de mantenerse vigentes, por aquello del famoso dicho de que vivir fuera del presupuesto es vivir simplemente en el error, y así, ad infinitum y ad nauseam.

Sin embargo, debemos saber que todo este cuento ya lo hemos vivido como civilización en tiempos anteriores, y, mutatis mutandis, o sea, cambiando lo que se deba cambiar, adecuándolo al tiempo presente, ya hemos tenido la historia de los Julio César, de los Augustos, la de los Tiberios, Nerones, Calígulas y Claudios, pero también los de los Escipiones, los Marios y los Flavios, etcétera, es decir, el mismo cuento se repite, en otro nivel, como la explicación que se nos da de estos sucesos por Nietzsche, en su teoría del Eterno Retorno, simbolizada por una serpiente que se muerde la cola. Por eso decimos, claramente, que nadie se asuste, esto ya pasó y volvió a pasar hace mucho y poco tiempo, y seguramente volverá a pasar, nomás que nos olvidamos siempre de las lecciones de la historia, y por eso los errores humanos de siempre, intermitentes y constantes, lo que da pauta a considerar exactamente lo que nos dicen los abuelos, que nadie escarmienta en cabeza ajena o lo que es lo mismo, la gente sólo aprende a chingadazos.

Ya se dijo en alguna ocasión, “no se angustien, porque lo peor está por venir”, repito, yo no lo dije. Es decir, en otras palabras: la situación se torna crítica, caótica, desesperante y tiende a empeorar.

El Poder existe desde que la humanidad es tal. Es más, se dan los juegos de poder inclusive en el reino animal, cualquiera que sea la especie, pues como de todos es sabido, existen las abejas reina y los machos alfa en gorilas, hay un líder en los delfines y hasta las aves migratorias a veces tienen un guía muy experimentado.

En el México actual estamos viviendo una aventura muy particular pues, no sabemos todavía a ciencia cierta si para bien o para mal, se están gestando cambios radicales y trascendentes en el acontercer político, económico, social y en casi todos los ámbitos, transformaciones que algún día los historiadores del futuro van a reseñar con más claridad, ecuanimidad y distancia, realizando un análisis más objetivo de lo que nosotros ahora valoramos, pues al vivirlo en carne propia, podemos perder esa imparcialidad que debe caracterizar al razonamiento despojado de tendenciosas malignidades.

Esto viene a colación ya que en la vida pública nacional observamos personajes y situaciones muy raras: los políticos bien encumbrados en el actual estado de cosas, actuando como si fuesen los discípulos más fieles, leales y disciplinados del maestro en turno, repitiendo simplemente, de memoria y casi a la letra, lo que piensa el jefe, adoptando poses y hasta tonos vocales casi idénticos al que se sigue, otros pareciera que, teniendo el don de la adivinación, implementan programas públicos y toman decisiones que afectan a las colectividades, como si fuesen simplemnte el apéndice decisor de voluntades prominentes. Los hay que, desgarrándose las vestiduras y llorando en público, de manera penosa, ridícula e infantil dan el último adiós a las superioridades que se retiran, otros, que, desdiciéndose de lo que algún día dijeron y defendieron, dan un giro de ciento ochenta grados y niegan su existencia propia y miserable y sus saberes al mejor postor en aras de mantenerse vigentes, por aquello del famoso dicho de que vivir fuera del presupuesto es vivir simplemente en el error, y así, ad infinitum y ad nauseam.

Sin embargo, debemos saber que todo este cuento ya lo hemos vivido como civilización en tiempos anteriores, y, mutatis mutandis, o sea, cambiando lo que se deba cambiar, adecuándolo al tiempo presente, ya hemos tenido la historia de los Julio César, de los Augustos, la de los Tiberios, Nerones, Calígulas y Claudios, pero también los de los Escipiones, los Marios y los Flavios, etcétera, es decir, el mismo cuento se repite, en otro nivel, como la explicación que se nos da de estos sucesos por Nietzsche, en su teoría del Eterno Retorno, simbolizada por una serpiente que se muerde la cola. Por eso decimos, claramente, que nadie se asuste, esto ya pasó y volvió a pasar hace mucho y poco tiempo, y seguramente volverá a pasar, nomás que nos olvidamos siempre de las lecciones de la historia, y por eso los errores humanos de siempre, intermitentes y constantes, lo que da pauta a considerar exactamente lo que nos dicen los abuelos, que nadie escarmienta en cabeza ajena o lo que es lo mismo, la gente sólo aprende a chingadazos.

Ya se dijo en alguna ocasión, “no se angustien, porque lo peor está por venir”, repito, yo no lo dije. Es decir, en otras palabras: la situación se torna crítica, caótica, desesperante y tiende a empeorar.