Vamos a la mitad de agosto y no puede pasar inadvertido un tema controversial como lo es la caída de la gran Tenochtitlán digna de mención situada en la orilla del lago de Texcoco, la capital azteca tenía más de 200 000 habitantes, lo que la convertía en la ciudad más grande de América, la también llamada capital de la civilización mexica acontecida el 13 de agosto de 1521, según diversas interpretaciones de las fuentes históricas.
Se sabe por referencias históricas que al morir Moctezuma, lo sucedió en el trono Cuitláhuac, pero murió al poco tiempo a causa de la viruela, por lo que fue reemplazado por Cuauhtémoc. Sin embargo, el 13 de agosto de 1521 este último fue capturado, lo que significó la caída definitiva de Tenochtitlán en manos de los españoles.
Este 2024 se cumplen 503 años de la caída de este vasto imperio mexica, la historia nos refiere que todo comenzó el 22 de abril de 1519, aquel día en que Hernán Cortés desembarcó en las costas de Veracruz. Poco tiempo después, en noviembre de ese mismo año se encontró con el tlatoani Moctezuma Xocoyotzin, quien le permitió el ingreso a la ciudad. Los conquistadores españoles disponían de tácticas y armas superiores, además los visitantes del viejo continente trajeron consigo nuevas y terribles enfermedades que causaron pérdidas entre los indígenas americanos. La victoria de los españoles y sus aliados supuso el saqueo y la destrucción de la que fuera la mayor ciudad de América, para finalmente reconstruir lo que se convertiría en la actual Ciudad de México.
La antigua sociedad mexica o aztecas, era un pueblo conquistador, lo que sí significó que muchos pueblos y tribus se habían sometido ante su poder de dominación, pues Tenochtitlán llegó a ser la capital política y religiosa por excelencia.
Este aniversario nos permite reflexionar sobre la organización política y social de este pueblo sometido por los españoles, había numerosas tensiones entre los grupos indígenas del centro de México y divisiones internas que Cortés supo aprovechar para lograr sus objetivos. La gran ciudad entró en decadencia tras el asedio y la destrucción por parte de Hernán Cortés y los conquistadores en 1521 se volaron los templos y edificios sistemáticamente mientras los asediadores se acercaban a la última fuerza azteca que quedaba, tras su caída se saqueó la ciudad y sus templos fueron destruidos y sustituidos por iglesias.
