/ lunes 21 de octubre de 2024

Ganar poco

Ya sé que se va a calificar esta perorata dominical como perteneciente al más rancio derechismo reaccionario, pero defenderemos la hipótesis de que si queremos perjudicar económicamente a alguna persona o grupo hay que darle muchos derechos y prerrogativas. Me explicaré con manzanitas para que entiendan aquéllos teóricos de las conspiraciones, pertenecientes a las izquierdas más retrógradas de todos los tiempos, profesores universitarios que se pasan construyendo sólo en sus cabezas onanistas, revoluciones de café de todas las mañanas a mediodía, cuando abandonan sus obligaciones académicas escudados en sus autonomías universitarias.

¿Quieren que las rentas de inmuebles se vayan por los cielos? Denles derechos a los arrendatarios, para que no sea posible desalojarlos sino en años por falta de pago de las mensualidades, y de esta forma los propietarios de esos bienes raíces cobren por adelantado seis meses, exijan fianzas y deudores solidarios para firmar los contratos y, claro, establezcan hasta en dólares los montos respectivos. Ello se debe a que el riesgo de rentar sea muy alto y, en consecuencia, se tengan que trasladar esos costos ocultos hacia a quien se le dan los derechos relativos: los arrendatarios.

¿Quieren que los sueldos de los trabajadores estén por los suelos siempre? Facilito: otórguenles infinidad de derechos en las leyes laborales, tales como aguinaldos de meses, vacaciones interminables, cuotas de seguro social por los cielos, indemnizaciones de tres meses y un año en caso de despido, y en fin, toda esa serie de prerrogativas de las que goza un trabajador como, por ejemplo, la casi imposibilidad de que sea despedido de manera justificada por la infinidad de trabas y requisitos que la legislación exige. La consecuencia: el patrón que se arriesgue a contratar a un trabajador, sabedor de la contabilidad de costos y contingencias laborales, no podrá sino ofrecer siempre el salario más bajo posible por la infinidad de peligros económicos que conlleva tener personas en nómina. Son incontables los casos en los cuales un trabajador o un pequeño grupo de ellos ha arruinado y llevado a la quiebra a pequeñas y medianas empresas o personas.

Estos son ejemplos de lo que en teoría económica se denomina la ratio de riesgo – beneficio. Es decir, cantidad de riesgo que asumes cuando realizas una operación, en comparación con la cantidad de beneficio potencial. De tal suerte que, si una actividad o acto determinado implica un riesgo alto, los inversores siempre considerarán obtener más ganancias, y en el caso de los ejemplos mencionados, los costos se trasladan en el primer ejemplo, al arrendatario de un inmueble y en el segundo caso, al trabajador, no obstante que en el discurso oficial se supone que a ellos debería beneficiar.

Por lo anterior, no entendemos la reforma laboral que pretende “formalizar” a los trabajadores de aplicaciones de servicios de taxi o entrega de comida o mercancías, pues los únicos que van a resultar afectados son ellos mismos o los usuarios, pues al aumentar el costo que conlleva esa formalización a través de los llamados costos laborales, alguien tiene que pagar, y, les aseguro, no va a ser ni la empresa ni el gobierno que impone esas irracionalidades.


Ya sé que se va a calificar esta perorata dominical como perteneciente al más rancio derechismo reaccionario, pero defenderemos la hipótesis de que si queremos perjudicar económicamente a alguna persona o grupo hay que darle muchos derechos y prerrogativas. Me explicaré con manzanitas para que entiendan aquéllos teóricos de las conspiraciones, pertenecientes a las izquierdas más retrógradas de todos los tiempos, profesores universitarios que se pasan construyendo sólo en sus cabezas onanistas, revoluciones de café de todas las mañanas a mediodía, cuando abandonan sus obligaciones académicas escudados en sus autonomías universitarias.

¿Quieren que las rentas de inmuebles se vayan por los cielos? Denles derechos a los arrendatarios, para que no sea posible desalojarlos sino en años por falta de pago de las mensualidades, y de esta forma los propietarios de esos bienes raíces cobren por adelantado seis meses, exijan fianzas y deudores solidarios para firmar los contratos y, claro, establezcan hasta en dólares los montos respectivos. Ello se debe a que el riesgo de rentar sea muy alto y, en consecuencia, se tengan que trasladar esos costos ocultos hacia a quien se le dan los derechos relativos: los arrendatarios.

¿Quieren que los sueldos de los trabajadores estén por los suelos siempre? Facilito: otórguenles infinidad de derechos en las leyes laborales, tales como aguinaldos de meses, vacaciones interminables, cuotas de seguro social por los cielos, indemnizaciones de tres meses y un año en caso de despido, y en fin, toda esa serie de prerrogativas de las que goza un trabajador como, por ejemplo, la casi imposibilidad de que sea despedido de manera justificada por la infinidad de trabas y requisitos que la legislación exige. La consecuencia: el patrón que se arriesgue a contratar a un trabajador, sabedor de la contabilidad de costos y contingencias laborales, no podrá sino ofrecer siempre el salario más bajo posible por la infinidad de peligros económicos que conlleva tener personas en nómina. Son incontables los casos en los cuales un trabajador o un pequeño grupo de ellos ha arruinado y llevado a la quiebra a pequeñas y medianas empresas o personas.

Estos son ejemplos de lo que en teoría económica se denomina la ratio de riesgo – beneficio. Es decir, cantidad de riesgo que asumes cuando realizas una operación, en comparación con la cantidad de beneficio potencial. De tal suerte que, si una actividad o acto determinado implica un riesgo alto, los inversores siempre considerarán obtener más ganancias, y en el caso de los ejemplos mencionados, los costos se trasladan en el primer ejemplo, al arrendatario de un inmueble y en el segundo caso, al trabajador, no obstante que en el discurso oficial se supone que a ellos debería beneficiar.

Por lo anterior, no entendemos la reforma laboral que pretende “formalizar” a los trabajadores de aplicaciones de servicios de taxi o entrega de comida o mercancías, pues los únicos que van a resultar afectados son ellos mismos o los usuarios, pues al aumentar el costo que conlleva esa formalización a través de los llamados costos laborales, alguien tiene que pagar, y, les aseguro, no va a ser ni la empresa ni el gobierno que impone esas irracionalidades.