Estudiosos de la política como ciencia argumentan que entre adversarios se deben diseñar y aplicar estrategias para obtener mayor cantidad de poder a expensas de disminuir al contrario. Este proceso se lleva a cabo desde siglos y en prácticamente todo el mundo. Nuestro país evidentemente no es excepción.
En México desde décadas antes de la guerra de independencia se documentan pugnas entre grupos político-gubernamentales adversos, se incrementaron a partir de proclamación de independencia, volvieron a tener momentos de fuerte lucha incluso guerra durante los cambios en la vida constitucional con las Leyes de 1857, similarmente en la segunda fase de la guerra civil revolucionaria. Después de la guerra cristera, la política para tener y ejercer el poder gubernamental asociado con el económico se modifica a procesos electorales que evolucionaron paulatinamente hasta su importante reforma en la década de 1970.
A lo anterior agreguemos la actual dinámica o movilidad que tienen partidos, grupos de poder y miembros de la clase política.
Combinando teoría de adversarios con la de escenarios, se infiere que ante la debacle electoral y política en últimas elecciones de fuerzas conservadoras ante sus adversarios autodenominados “Cuarta Transformación” (4T), resulta lógica la lucha emprendida por las primeras contra la segundas en diferentes esquemas o sucesos en los últimos meses, ejemplos “el INE no se toca”, la reforma al Poder Judicial de la Federación y sobre la Guardia Nacional, entre otras, mostrando que la derecha no está dispuesta perder cotos de poder y como estrategia es detener en lo posible los avances políticos de la 4T pues es mucho lo que tiene en juego a mediano plazo como puede ser la existencia misma del PAN, PRI y movimientos como “Marea Rosa”.
En este contexto las fuerzas de derecha ya presionan mediante preocupantes medios violentos y quizá tengan listas acciones más radicales con mayor grado de violencia pues consideran en peligro su presencia política. Por ello han incrementado y diversificado el grado de presión que va desde los medios de comunicación afines, llamar a linchamiento al que piense diferente, realizar tomas de edificios públicos, ataques físicos y verbales a personas adversarias, así como discurso ofensivo. Seguramente en su análisis de correlación de fuerzas se saben disminuidos por ello las rutas de presión observadas por la ciudadanía.
Muy probablemente asociada a esta estrategia general descrita, está también la de presionar para tener condiciones favorables en negociaciones políticas con el nuevo régimen presidencial que iniciará el 01 de octubre próximo. Pero la 4T sabe que tiene bastante poder político, electoral y gubernamental e impondrá condiciones en eventuales mesas de negociación, que generalmente no son públicas.
Tal pugna derecha-izquierda mexicanas debe bajar de intensidad y no aumentar pues los efectos en la gobernanza y gobernabilidad pueden ser desfavorables para el futuro inmediato del desarrollo humano, social y económico de la población mexicana