La fascinación por las estrellas y los cuerpos celestes es una constante de todas las civilizaciones, en todas las épocas. Sin ir más lejos, en México los antiguos mayas construyeron avanzados observatorios astronómicos, y fueron capaces de calcular hace más de mil quinientos años uno de los calendarios más exactos y completos que se conocen.
Nuestra civilización también comparte la fascinación por el cielo. Precisamente este 20 de julio se cumplió medio siglo de otra importante hazaña, la llegada del hombre a la Luna, en 1969. La misión estadounidense Apolo 11 representaba la cima de la tecnología, y confirmaba el lugar del país norteamericano como potencia tecnológica de la época.
Una década antes, en 1959, la entonces Unión Soviética se había adelantado a los estadounidenses al poner en órbita el primer satélite artificial, el Sputnik 1. La carrera aeroespacial entre la Unión Soviética y los Estados Unidos era parte de la llamada Guerra Fría, en un intento por demostrar cuál de estas dos potencias se encontraba más avanzada.
A pesar de las tensiones geopolíticas, estos avances establecieron las bases para la construcción de los miles de satélites artificiales que orbitan nuestro planeta, los cuales cumplen importantes funciones como el sistema de localización global GPS y las telecomunicaciones. Sin estos satélites, sería imposible utilizar las aplicaciones de software de nuestro celular.
Además de estos avances y el conocimiento científico acerca de nuestra infatigable compañera en esta danza cósmica, otra importante lección es que cuando los gobiernos y los científicos e ingenieros trabajan en conjunto, son capaces de lograr lo inimaginable. La ciencia, cuando es impulsada desde las políticas públicas y mantiene objetivos claros, es capaz de brindar solución a cualquiera de los problemas que enfrentamos como humanidad
La llegada a la Luna no sólo sirvió para estudiar su superficie, sino también para reflexionar acerca de nuestro planeta, el único capaz de mantener vida. La árida y gris superficie de nuestro satélite natural debería ser un recordatorio de lo afortunado que somos por habitar en un planeta azul y verde, y la responsabilidad que tenemos de cuidarlo para nosotros y las próximas generaciones.
Así como alcanzar la Luna parecía un reto imposible, en la actualidad enfrentamos complicados retos como sociedad global. La solución puede encontrarse en la ciencia y la tecnología, desde el desarrollo de materiales biodegradables, uso de energías alternativas, agrotecnologías para un campo más productivo y mejor aprovechamiento del agua, y muchas otras aplicaciones que pueden tener un impacto positivo en nuestra calidad de vida y favorecer la equidad social
Si gracias a la ciencia y la tecnología fuimos capaces de llegar a la Luna, también nos pueden ayudar para habitar de una mejor manera nuestro propio planeta.