El dos de junio de 2024 y varios acontecimientos posteriores a la jornada electoral marcan, quizá, el fin de la etapa denominada “la transición hacia la democracia” en nuestro país. A su vez, es el inicio de una nueva etapa en la que se consolidarán los cimientos del México del Siglo XXI. Estos cambios son de larga duración y los están provocando las y los ciudadanos. Es importante entenderlos porque sólo así se podrá planear e implementar diversas acciones y políticas públicas.
Para algunos estudiosos, la transición a la democracia en nuestro país inicio en 1988 e implicó en términos generales varios hechos como: 1) una ruptura en el PRI con la creación de la Corriente Democrática en dicho partido; 2) el surgimiento del Frente Democrático Nacional, una coalición de diversas fuerzas políticas, para competir en las elecciones presidenciales de 1988; 3) la presión sobre la legitimidad del resultado final de dichas elecciones; 4) la demanda por contar con un Instituto Electoral ciudadano, independiente y autónomo y, 5) triunfos de partidos políticos de oposición a nivel local. Estos hechos, junto con otros más, fueron conduciendo a lo que se llamó los gobiernos divididos, es decir, que en 1997 por primera vez el partido del Presidente de la República en turno pierde la mayoría en la Cámara de Diputados y en el Senado. Posteriormente, en el 2000, el PRI - el partido hegemónico desde principios del siglo XX- perdió la Presidencia de la República. Llegó la alternancia en el poder, la cual ha estado presente tanto a nivel nacional como local.
Las elecciones de 2018 representan un quiebre en el sistema político y son la antesala del ocaso de la denominada transición a la democracia. En ese año hubo un realineamiento electoral, es decir, un cambio en las preferencias políticas de las y los ciudadanos. Por si eso no fuera poco, en las elecciones de este 2024 dicho realineamiento electoral se profundizó. Pasamos, entonces, de la transición a la democracia a la democracia sin adjetivos.
Además, hay varios acontecimientos que nos indican que estamos frente a una reconfiguración del sistema político. Primero, tendremos la primera mujer Presidenta en la historia del país, lo cual en sí mismo es un cambio profundo; segundo, se acabaron los gobiernos divididos porque el pueblo decidió darle la mayoría en la Cámara de Diputados y en el Senado a la alianza que ganó la presidencia de la República; tercero, los llamados anteriormente “partidos pequeños" se aliaron y ganaron las elecciones en el 2024. Finalmente, hay dos hechos muy particulares que evidencian el fin de la transición a la democracia: la desaparición del PRD y la reelección de la Dirigencia Nacional del PRI, así como la expulsión del neoliberalismo en la Declaración de Principios de dicho partido político, el cual busca refundarse.
A partir de esta nueva realidad nos toca construir un nuevo sistema político. Nos toca construirlo a todos.
