/ sábado 15 de junio de 2024

Crónica el poder / Inconcebible triunfalismo desde la derrota electoral

Desde una posición de derrota electoral contundente, aunque sea posible, es falacia irracional asumir un mentiroso triunfalismo o simulado optimismo, como así se pronuncia sin recato el dirigente estatal del PRI, Carlos Peña Badillo, al vociferar jactanciosamente que el Partido Revolucionario Institucional en Zacatecas está firme y sólido con números positivos que lo fortalecen, ahora de cara a la elección 2027, o sea, ya presume reconquistará la gubernatura, hoy en manos del morenista David Monreal Ávila.

La burda engañifa y conjetura sin sentido que no pinta ni como sospecha o corazonada y si traza una figuración e ilusionismo con lo que Peña Badillo pretender sorprender a su ya muy escasa militancia y reducidas simpatías, se queda en lo anecdótico del proceso electoral que está por cerrar con las apabullantes victorias de Morena y sus aliados, absolutamente en el escenario federal con la Presidencia de la República, las 2 senadurías y 4 diputaciones federales, y en lo local, con sendas mayorías en la Legislatura Estatal y en los ayuntamientos, una sopa de su propio chocolate, el dominio total y hegemónico como en los viejos tiempos de su partido el PRI, nada que ver con esas expresiones excesivas de potencialidad incontenible y de desafío a los adversarios internos, que los tiene en demasía.

En su discurso para defender lo indefendible de una histórica derrota, Carlos Peña Badillo también comete el error de exhibir su inconfesable división interna, porque se dirige a "quienes, teniendo candidaturas, se asumen priistas y cuando terminan los procesos salen como inquisidores, porque les es muy fácil opinar desde el confort del exilio y desde la incontinencia electoral". No se atreve a mencionarlos por su nombre, pero si los fustiga y condena para más ahondar una división interna, que, de llegar a esos tiempos electorales del 2027 de elección de gobernador, tendrá que rectificar sus palabras, que sólo ilustran petulancia y ostentación de debilidad y fragilidad muy agravadas.

Las observaciones no se hacen al tanteo, la debilidad del PRI tras la elección del 2 de junio, es real y por esos dichos, puede entrar en etapa de mayor dispersión, desprendimientos y distanciamientos de fuerzas. Decir que el PRI fue el 5to lugar nacional en aportación de votos a Xóchitl Gálvez Ruíz, es ridículo; en el escenario electoral por los 18 distritos de las diputaciones locales, el PRI solo ganó dos diputaciones con Dayane Cruz Hernández y David González Hernández, a las que se suman tres plurinominales, del migrante Roberto Lamas Alvarado, la guadalupense Isadora Santivañez Ríos y del propio Carlos Peña Badillo, la que aseguró como interés personal e incluso con prepotencia al haber colocado como suplente al prestigiado político de indeclinable lealtad, José Marco Antonio Olvera Acevedo, ex alcalde de Sombrerete, ex diputado local, ex presidente del PRI, ex diputado federal, ex Senador, ex candidato a gobernador y actualmente Delegado del CEN del PRI.

Pepe Olvera no debió aceptar tal desmesura, pero seguramente lo hizo por fidelidad a su partido, lo que demuestra la más firme y auténtica lealtad a un partido que lamentablemente se ha extraviado por los errores y traiciones de dirigentes como Alejandro Moreno y Carlos Peña y que para esta elección, ha quedado en la más penosa nimiedad, reducido, debilitado, vulnerable y hacia la posible extinción.