/ miércoles 11 de diciembre de 2024

Crónica del poder / Veleidoso actuar de la función pública deteriora el ejercicio de gobierno

Consecuente con la veracidad y el ejercicio crítico, en su Cuenta Regresiva del lunes anterior, nuestro Director Gerardo de Ávila hace una interrogante: ¿Estará de acuerdo el gobernador?, y se refiere a la faramalla que realiza el Secretario de la Función Pública, Ernesto González Romo con su espectáculo circense al abrir otro frente de discusión con el Centro Cultural de Zacatecas, al que pretende elevar como museo de la corrupción, un comportamiento que de inmediato fue cuestionado por la opinión pública y más específicamente por los padres de familia de los alumnos del Bachillerato Militarizado, institución educativa que está alojada en ese recinto que sí es símbolo de impunidad.

Se entiende y se interpreta que se trata de una lucha por la protección de imagen institucional, con justa razón los padres de familia protestan porque el estigma de la corrupción afecta y lesiona a sus hijos que ahí estudian, demuestran que la sola denominación museo de la corrupción, les alcanza negativamente y son jóvenes que en su conjunto preoperatoriamente se forman para ser ciudadanos responsables y seguramente funcionarios como militares entregados a servir ética y moralmente con honestidad y transparencia a la sociedad y a su estado.

En sentido contrario, el Secretario Ernesto González Romo, da seguimiento a su deteriorada imagen que se ganó como diputado local y erráticamente lanza una estrategia de supuesto combate a la corrupción para intentar restaurar su imagen personal, pero al hacerlo con frivolidad y petulancia, al que desprestigia es a su gobierno de la Nueva Gobernanza y de la Cuarta Transformación, que de hecho y derecho promueven la lucha contra la corrupción, pero lo hacen con planes, programas y estrategias apegadas a la legalidad y con respeto a la gente, a la ciudadanía y a la sociedad, que bien observan actitudes y cumplimiento de compromisos y obligaciones de los funcionarios públicos.

La insoportable banalidad y arrogancia del Secretario de la Función Pública, otra vez ha topado con el rechazo popular, porque institucional y responsablemente no diseña planes ni proyectos o programas para coordinar las políticas públicas y la gestión gubernamental, no evalúa ni vigila el ejercicio público del gobierno para construir una administración cercana al ciudadano, que genere resultados sociales de fortalecimiento y consolidación de una imagen de servicio público eficaz, transparente y contundente, convincente, creíble y confiable, y que sea respetuoso de la legalidad, pero sí está más centrado en un pasado de ejercicios de corrupción y desviaciones que debieron ser sancionados y castigados, pero que ahora han expirado posibilidades de aplicarles la ley, para solo reducir sus acciones a espectacular y escandaloso protagonismo personal, que es lo que le encanta al señor Secretario de la in función pública.

La movilización opositora a esa veleidosa anticorrupción, ha sido una lección social para contener o cancelar lo que ha sido otro escándalo y alboroto de un funcionario o servidor público que no actúa para robustecer la función pública estatal, la que ciertamente, debe combatir la corrupción, pero con actitudes y decisiones dictadas con honestidad profesional, con ética en el servicio público, pero sobre todo como respuesta a las exigencias de la sociedad zacatecana y con lealtad a su gobernador David Monreal Ávila y sus consignas de paz y bienestar.