Hay quienes insisten en convertir los eventos sociales o políticos en la espectacularidad del escenario de violencia e intolerancia, como el caso de la movilización de hoy con motivo del Día Internacional de la Mujer y que nos remite al año pasado en la misma fecha, cuando se registraron actos de violencia y provocación por un grupo infiltrado de encapuchadas que agredieron comercios, restaurantes, bancos, instituciones y edificios públicos, un antecedente que no debe repetirse y que de brotar esas condiciones, serían hechos no adjudicables a las organizaciones del movimiento femenil coordinado y decidido a ejercer el legítimo Derecho a la Libertad de Expresión y Manifestación.
A estas alturas de la cultura política y en el contexto de las campañas electorales por la conquista del poder presidencial y legislativo, todavía surgen prácticas negativas de grupos sectarios radicalizados que actúan protagónicos pero distanciados de los objetivos, pronunciamientos justos y racionales de las organizaciones femeniles que demandan alto a la discriminación, la desigualdad, la estigmatización, las violaciones, los atentados a la equidad de género y que sean respetados los derechos fundamentales, un colectivo de valores y principios que hoy por hoy son causa común de las mujeres en su permanente lucha por la equidad e igualdad ante los hombres.
Desde luego, los gobiernos, los sectores económicos, educativos, sociales y culturales confían en que haya contención de esos actos oportunistas que se traducen en vandálicos y que distorsionan la orientación de la lucha dignificante de las mujeres, se han sucedido exhortos y llamados para que sean evitados esos vicios heredados de tendencia extremista y con ideas preconcebidas sin sustento ni justificación, de manera que en la marcha anunciada para hoy, deben prevalecer como movilización pacífica, respetuosa de la sociedad, respetuosa del derecho y las libertades de todos al seno de la marcha y entre la expectante población, acciones de normalidad democrática que se deslindan de los comportamientos de las ultras o los innecesarios e inútiles radicalismos que buscan ensuciar la verdadera dignidad de las batallas femeninas que hoy se reiteran en medio del proceso electoral que no debe reflejar alteraciones de violencia e inestabilidad.
Hay pues condiciones de normalidad para que la marcha femenil transcurra en paz y con respeto a sus expresiones, manifestaciones y justos pronunciamientos y se espera que el reflujo electoral desde partidos y candidatos no lesione esta atmósfera de tranquilidad; sin embargo, más que la movilización misma de las mujeres de la pluralidad política y diversidad social, preocupa la posible reacción de la estrategia u operativo de seguridad que se ha implementado en el entorno de la gran marcha y la concentración en la plaza de armas y no está por demás señalar que sea una actuación prudente, de mesura, sin excesos de autoridad, sin abuso de poder, que ante supuestos hechos ilegales o de violencia procedan con sensibilidad, que no sea rebasado el respeto a los derechos humanos y las libertades de expresión y manifestación.
Deben quedar fuera del escenario femenil de hoy, las expresiones encolerizadas, iracundas y violentas propiciadas por la polarización política que solo extrema las discordias y los sentimientos de odio y rencores en esta sociedad encaminada hacia la pacificación y la normalidad democrática. La sociedad zacatecana confía en que la marcha femenil transcurra respetuosa y respetada.