/ sábado 7 de septiembre de 2024

Crónica del poder / Las grandes obras y la redefinición de la modernidad

En la nueva visión de la modernidad que ya asume la nueva gobernanza a través del realismo de un viaducto elevado que ha encontrado, no el rechazo a ultranza desde algunos sectores, sino la oposición a que se convierta en adefesio que lesione o vulnere la majestuosa estampa del centro histórico como patrimonio cultural de la humanidad, resalta el apasionado reconocimiento de quiénes aquí viven en la Bizarra Capital del estado, que se traduce en amor entrañable, irrebatible e innegable que también es compartido por los gobernantes estatal y municipales, pero que se muestran urgidos de cambios y transformaciones que hagan historia y que sean impulsores del desarrollo con bienestar y crecimiento.
Desde la convicción gubernamental por servir de mejores formas a la población, es legítimo que cada gobierno pretenda dejar huellas imborrables de su ejercicio de poder y de conducción de las políticas de progreso y llegado a la mitad del camino y en medio de la fuerza hegemónica de los Poderes Ejecutivo y Legislativo federales, en el caso de Zacatecas, totalmente identificado con la cuarta transformación del todavía Presidente Andrés Manuel López Obrador y con el anunciado segundo piso que elevará la Presidenta Electa Claudia Sheinbaum Pardo, resulta obvio que esas potencialidades sean aprovechadas por David Monreal Ávila, para más trascender en la confianza popular.
Recordamos que el gobernador Pedro Ruiz González dejó numerosas presas de irrigación, entre ellas la de Tayahua y la construcción de más de 3 mil bordos del Plan Juárez; el General Fernando Pámanes Escobedo, dejó como legado las instalaciones de la Feria Nacional y la gran Plaza Monumental de Toros; el profesor José Guadalupe Cervantes Corona, además de construir el Palacio Legislativo, restauró y embelleció los centros históricos de los hermosos pueblos de los Cañones de Tlaltenango y Juchipila; Genaro Borrego Estrada abrió cauces a la industrialización, consolidó el Paraíso Caxcán, dió formidable impulso al turismo y Zacatecas empezó a brillar internacionalmente y creó el programa migrante 2 x 1.
Con Arturo Romo Gutiérrez la política laboral recibió marcado énfasis y la inauguración de la cervecera de Calera fue el más valioso testimonio, sin olvidar que entregó enormes respaldos a la producción agropecuaria y fueron recuperados los museos; Ricardo Monreal Ávila comenzó a generar los modernos sistemas de vialidad y fortaleció el sistema carretero y los llamados caminos sacacosechas; Amalia García Medina se lució con la edificación de la entonces Ciudad Gobierno y el Palacio de las Convenciones; Miguel Alonso Reyes dio continuidad a los viaductos elevados y por tierra y la obra magna del Centro Cultural Toma de Zacatecas, en desuso; y de Alejandro Tello Cristerna solo se recuerda por la autopista Manuel Felguérez.
A la mitad del camino, David Monreal Ávila tiene frente a los escenarios de la transformación, la enorme oportunidad de trascender, si endereza los tractores del campo, industrialización y el turismo, como así lo hace con el camino hacia la Paz y como así lo pretende con el viaducto elevado, una definición hacia una real modernización de virtuosa tenacidad, que tiene que consolidar con óptima sensibilidad social, con mesura y con el prodigioso y respetuoso diálogo con quienes exponen diferencias sobre la obra que será monumental e imborrable huella.

En la nueva visión de la modernidad que ya asume la nueva gobernanza a través del realismo de un viaducto elevado que ha encontrado, no el rechazo a ultranza desde algunos sectores, sino la oposición a que se convierta en adefesio que lesione o vulnere la majestuosa estampa del centro histórico como patrimonio cultural de la humanidad, resalta el apasionado reconocimiento de quiénes aquí viven en la Bizarra Capital del estado, que se traduce en amor entrañable, irrebatible e innegable que también es compartido por los gobernantes estatal y municipales, pero que se muestran urgidos de cambios y transformaciones que hagan historia y que sean impulsores del desarrollo con bienestar y crecimiento.
Desde la convicción gubernamental por servir de mejores formas a la población, es legítimo que cada gobierno pretenda dejar huellas imborrables de su ejercicio de poder y de conducción de las políticas de progreso y llegado a la mitad del camino y en medio de la fuerza hegemónica de los Poderes Ejecutivo y Legislativo federales, en el caso de Zacatecas, totalmente identificado con la cuarta transformación del todavía Presidente Andrés Manuel López Obrador y con el anunciado segundo piso que elevará la Presidenta Electa Claudia Sheinbaum Pardo, resulta obvio que esas potencialidades sean aprovechadas por David Monreal Ávila, para más trascender en la confianza popular.
Recordamos que el gobernador Pedro Ruiz González dejó numerosas presas de irrigación, entre ellas la de Tayahua y la construcción de más de 3 mil bordos del Plan Juárez; el General Fernando Pámanes Escobedo, dejó como legado las instalaciones de la Feria Nacional y la gran Plaza Monumental de Toros; el profesor José Guadalupe Cervantes Corona, además de construir el Palacio Legislativo, restauró y embelleció los centros históricos de los hermosos pueblos de los Cañones de Tlaltenango y Juchipila; Genaro Borrego Estrada abrió cauces a la industrialización, consolidó el Paraíso Caxcán, dió formidable impulso al turismo y Zacatecas empezó a brillar internacionalmente y creó el programa migrante 2 x 1.
Con Arturo Romo Gutiérrez la política laboral recibió marcado énfasis y la inauguración de la cervecera de Calera fue el más valioso testimonio, sin olvidar que entregó enormes respaldos a la producción agropecuaria y fueron recuperados los museos; Ricardo Monreal Ávila comenzó a generar los modernos sistemas de vialidad y fortaleció el sistema carretero y los llamados caminos sacacosechas; Amalia García Medina se lució con la edificación de la entonces Ciudad Gobierno y el Palacio de las Convenciones; Miguel Alonso Reyes dio continuidad a los viaductos elevados y por tierra y la obra magna del Centro Cultural Toma de Zacatecas, en desuso; y de Alejandro Tello Cristerna solo se recuerda por la autopista Manuel Felguérez.
A la mitad del camino, David Monreal Ávila tiene frente a los escenarios de la transformación, la enorme oportunidad de trascender, si endereza los tractores del campo, industrialización y el turismo, como así lo hace con el camino hacia la Paz y como así lo pretende con el viaducto elevado, una definición hacia una real modernización de virtuosa tenacidad, que tiene que consolidar con óptima sensibilidad social, con mesura y con el prodigioso y respetuoso diálogo con quienes exponen diferencias sobre la obra que será monumental e imborrable huella.