/ miércoles 17 de julio de 2024

Crónica del poder / La impactante violencia política es condenada por la sociedad

David Monreal Ávila se encontraba el sábado 13 de julio en Chicago, Illinois en la inauguración de la Exposición Agropecuaria en beneficio de los migrantes zacatecanos y para la celebración del 29 aniversario de la Federación de Clubes Unidos Zacatecanos en Illinois, cuando a 460 millas, en Butler, Pennsylvania, Estados Unidos, el ex Presidente Donald Trump y ahora candidato presidencial del Partido Republicano, sufría un atentado contra su vida en pleno mitin electoral. De inmediato, el gobernador zacatecano fue enterado de los hechos y durante toda la noche dio seguimiento a los informativos, una avalancha cibernética, noticieros y redes sociales, un efecto mediático de tremendo impacto que sacudió a la sociedad norteamericana y trascendió a todos los continentes provocando alarma en el proceso electoral estadounidense.

Mientras el mandatario zacatecano ante los migrantes zacatecanos les hablaba de los avances de la estrategia de pacificación en el estado, la violencia política otra vez dominaba los escenarios allá y eran evocados los acontecimientos en la década de los 60, cuando el 22 de noviembre de 1963, en Dallas, Texas era asesinado el Presidente John F. Kennedy; el 4 de abril de 1968, en Memphis, Tennessee, fue abatido el líder de los derechos civiles, Martin Luther King; y el 6 de junio de 1968, en Los Ángeles, California, el asesinato de Robert F. Kennedy siendo candidato presidencial y después de haber ganado las primarias del Partido Demócrata. Pronto, ante los hechos contra su adversario Donald Trump, el Presidente Joe Biden ordenó al Servicio Secreto de EU, proteger a Roberto F. Kenedy Jr. candidato independiente a la Presidencia de los Estados Unidos, hijo de Robert Kennedy y sobrino de John F. Kennedy, que el lunes anterior se reunió con el Republicano para valorar condiciones que consoliden la unidad nacional y se abandone la violencia política.

Obvio que los acontecimientos trágicos en Estados Unidos, hicieron recordar a David Monreal y los migrantes zacatecanos, el magnicidio de Luis Donaldo Colosio Murrieta el 24 de marzo de 1994 en Tijuana, Baja California y lamentar que durante el proceso electoral reciente en el país, a 37 candidatos y aspirantes a puestos de representación popular, les quitaron la vida, trágicos escenarios que como el sábado anterior en Estados Unidos, son consecuencia de los discursos de odio y rencor que impulsan a grupos e individuos desequilibrados a cometer los asesinatos políticos, un lenguaje de provocaciones y excesos que deben ser cancelados de un ambiente respetuoso y democrático.

Sin duda, tras los asesinatos de John F. Kennedy, en Estados Unidos y de Luis Donaldo Colosio Murrieta, en México, la vida política cambió radicalmente, fueron un parteaguas, lecciones de violencia política que no han de arraigarse en ningún escenario nacional, estatal o municipales, porque la ciudadanía pierde credibilidad en la política y desconfía de los gobernantes y políticos, los que han de asumir que las batallas electorales deben darse en condiciones de respeto, de convivencia política e ideológica, de pacificación en los sectores de la sociedad y las comunidades, evitar y cancelar las guerras sucias llenas de injurias, calumnias e infamias, impedir que las libertades de expresión y el derecho a la información sean coartados, que los actores políticos asuman total rechazo a la violencia política.

David Monreal Ávila se encontraba el sábado 13 de julio en Chicago, Illinois en la inauguración de la Exposición Agropecuaria en beneficio de los migrantes zacatecanos y para la celebración del 29 aniversario de la Federación de Clubes Unidos Zacatecanos en Illinois, cuando a 460 millas, en Butler, Pennsylvania, Estados Unidos, el ex Presidente Donald Trump y ahora candidato presidencial del Partido Republicano, sufría un atentado contra su vida en pleno mitin electoral. De inmediato, el gobernador zacatecano fue enterado de los hechos y durante toda la noche dio seguimiento a los informativos, una avalancha cibernética, noticieros y redes sociales, un efecto mediático de tremendo impacto que sacudió a la sociedad norteamericana y trascendió a todos los continentes provocando alarma en el proceso electoral estadounidense.

Mientras el mandatario zacatecano ante los migrantes zacatecanos les hablaba de los avances de la estrategia de pacificación en el estado, la violencia política otra vez dominaba los escenarios allá y eran evocados los acontecimientos en la década de los 60, cuando el 22 de noviembre de 1963, en Dallas, Texas era asesinado el Presidente John F. Kennedy; el 4 de abril de 1968, en Memphis, Tennessee, fue abatido el líder de los derechos civiles, Martin Luther King; y el 6 de junio de 1968, en Los Ángeles, California, el asesinato de Robert F. Kennedy siendo candidato presidencial y después de haber ganado las primarias del Partido Demócrata. Pronto, ante los hechos contra su adversario Donald Trump, el Presidente Joe Biden ordenó al Servicio Secreto de EU, proteger a Roberto F. Kenedy Jr. candidato independiente a la Presidencia de los Estados Unidos, hijo de Robert Kennedy y sobrino de John F. Kennedy, que el lunes anterior se reunió con el Republicano para valorar condiciones que consoliden la unidad nacional y se abandone la violencia política.

Obvio que los acontecimientos trágicos en Estados Unidos, hicieron recordar a David Monreal y los migrantes zacatecanos, el magnicidio de Luis Donaldo Colosio Murrieta el 24 de marzo de 1994 en Tijuana, Baja California y lamentar que durante el proceso electoral reciente en el país, a 37 candidatos y aspirantes a puestos de representación popular, les quitaron la vida, trágicos escenarios que como el sábado anterior en Estados Unidos, son consecuencia de los discursos de odio y rencor que impulsan a grupos e individuos desequilibrados a cometer los asesinatos políticos, un lenguaje de provocaciones y excesos que deben ser cancelados de un ambiente respetuoso y democrático.

Sin duda, tras los asesinatos de John F. Kennedy, en Estados Unidos y de Luis Donaldo Colosio Murrieta, en México, la vida política cambió radicalmente, fueron un parteaguas, lecciones de violencia política que no han de arraigarse en ningún escenario nacional, estatal o municipales, porque la ciudadanía pierde credibilidad en la política y desconfía de los gobernantes y políticos, los que han de asumir que las batallas electorales deben darse en condiciones de respeto, de convivencia política e ideológica, de pacificación en los sectores de la sociedad y las comunidades, evitar y cancelar las guerras sucias llenas de injurias, calumnias e infamias, impedir que las libertades de expresión y el derecho a la información sean coartados, que los actores políticos asuman total rechazo a la violencia política.