Las elecciones del domingo 2 de junio pueden ser históricas, más por los resultados que al día siguiente sean creíbles, legales, imparciales y aceptados por todos los actores políticos desde el poder o de la oposición, que por el desarrollo de campañas que innegablemente transcurren en medio de escenarios de violencia mortal, física, trágica, hasta verbal, como en Guerrero, Oaxaca, Chiapas, Tamaulipas, Michoacán y Guanajuato, donde en éste último estado acaban de asesinar a candidata a la presidencia municipal de Celaya, para sumar 24 situaciones similares que reflejan condiciones de inestabilidad, incertidumbre y de riesgos que ni siquiera son esperanzas de reafirmación de una nueva cultura política y democrática, lo que a diario se pregona y se presume desde los palacios de gobierno.
Con los partidos políticos que son 12 en la contienda, unos cada día menos importantes y otros irrelevantes o insignificantes que nomás no salen de la crisis de desprestigio, es la sociedad organizada el más creciente factor de los cambios y transformaciones que en este proceso electoral se adjudican los gobiernos y claro, los ciudadanos más informados y conscientes que son el colectivo de corresponsabilidad que tienen que desentrañar las contradicciones, los excesos radicales, los enconos grupales, la polarización y la confrontación como los males de esta democracia todavía en las vías del perfeccionamiento y con orientación hacia una verdadera atmósfera de convivencia ideológica y política entre los diferentes.
En Zacatecas, la acumulación de las crisis hace de la elección concurrente espacios de complejidad, dificultades y trastornos amenazantes que han de ser atendidos con oportunidad, de inmediato, sin dilaciones que, con reacciones tardías, morosas y prolongadas, como en el caso del movimiento feminista del 8 de marzo, solo promueven más odios, divisiones sociales, atentados a las libertades y los derechos humanos.
Ineludible como inevitable, que los primeros responsables del éxito o fracaso del proceso electoral, son el gobernador David Monreal Ávila, que tiene que garantizar óptimas condiciones de seguridad pública, evitar el injerencismo de los funcionarios o servidores públicos en favor o en contra de partidos y candidatos y, hacer efectiva la nueva gobernanza con auténtica vocación democrática, lo que implica respeto a todas las expresiones sin exclusiones; la organización, promoción y realización de los comicios por el Instituto Nacional Electoral que en el estado conduce el maestro Matías Chiquito Díaz de León y el más vigoroso como profesional equipo de operadores, desde los consejeros hasta los capacitadores y los directivos de las casillas electorales; y en el ámbito local, la plena entrega del Consejo General del Instituto Electoral del Estado y el reconocido cuadro de experimentados y muy profesionales promotores y trabajadores del IEEZ.
También responsables y más comprometidos, se advierte y se atisba que los partidos políticos y sus candidatos no despegan con impacto ni contundencia, se les ve y escucha redundantes, merodean sobre lo mismo del añejo pasado y del pasado reciente que se ostenta renovador y transformador y de continuar así, el peligroso y estéril abstencionismo puede otra vez triunfar para asegurar la continuidad de gobernantes y legisladores que no aportan a la cultura democrática que los ciudadanos de hoy reclaman, pero que inhiben el sufragio.