Este mes de julio se presentaron los resultados definitivos de los Censos Económicos 2019 elaborados por el INEGI. Estos censos representan el esfuerzo más grande de nuestro país en estadística económica, y se han realizado desde 1930 cada 5 años. En ellos se recopila información de millones de establecimientos a lo largo de todo el país, dedicados a las casi mil actividades catalogadas en el Sistema de Clasificación Industrial de América del Norte (SCIAN), exceptuando actividades agropecuarias.
Además de ofrecernos un panorama amplio y detallado del sector productivo de todo México (incluyendo información por estados y municipios), la importancia de los Censos Económicos radica en que nos permiten contar con información estadística actualizada que sirve como base para la elaboración de políticas públicas eficientes, adecuadas a la realidad de nuestro país.
Los Censos Económicos nos brindan una visión de largo plazo de los diversos cambios estructurales en nuestra economía, como el ritmo de crecimiento de negocios, distribución de actividades productivas, proporción de unidades económicas, tercerización (outsourcing), personal ocupado, empleo formal, entre otros indicadores.
De 2014 a 2019 aumentó el número de unidades económicas a una tasa de 2.4% anual, hasta alcanzar 6,373,169 unidades con un valor agregado de 9,983,800 millones de pesos; en cuanto a personal ocupado se contabilizaron 36,038,272 personas.
Sin embargo, nuestra economía se encuentra altamente fragmentada: el 95% de las unidades económicas son microempresas (con 10 o menos empleados) y aunque representan cuatro de cada diez trabajos, sólo generan el 15% de todo el valor agregado, lo que denota una baja productividad. Entre las problemáticas señaladas se encuentran la inseguridad pública, los altos gastos en insumos y pago de servicios, altos impuestos y dificultades en acceso al crédito.
En este periodo se observó un importante incremento en manufacturas, servicios y comercio, que en conjunto aumentaron su participación en la economía nacional de 64% a 74%, destacando el crecimiento del sector automotriz, mientras que se redujeron las actividades petroleras, minería, gas y electricidad. Esto nos habla de una economía que depende cada vez menos de los hidrocarburos, y con una industria manufacturera bien consolidada.
Por supuesto, en 2020 se modificarán fuertemente tales estadísticas, pero por esa misma razón son datos sumamente valiosos ya que nos ofrecen una línea base de la economía justo antes de la pandemia, y permitirán contrastar la eficacia de las estrategias para la recuperación económica, como el fortalecimiento de pymes y consolidación de cadenas productivas, la apuesta por nuevas industrias de alto valor agregado, financiamiento y créditos accesibles, estrategias de seguridad pública, entre otras.
Como bien se dice la información es poder, y las estadísticas proporcionadas gracias al esfuerzo de miles de trabajadores de INEGI son un recurso invaluable en la generación de políticas públicas eficientes en materia económica.
*Vicepresidente Nacional de Innovación – Canacintra